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ENTREVISTA

Rocío Molina indaga con su flamenco en las entrañas de la mujer

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Rocío Molina indaga con su flamenco en las entrañas de la mujer

Madrid, 8 feb .- Rocío Molina es una de las coreógrafas y bailaoras más vanguardistas de la escena nacional, aunque, "desgraciadamente", el 80 % de su trabajo es fuera de España. Ahora estrena en el Español "Caída del cielo", su obra más "provocadora" y "arriesgada", con la que indaga en las entrañas de la mujer.

"Caída del cielo" se ha estrenado en el Teatro Chaillot de París, del que es artista asociada y con el que lo coproduce, y ha pasado por el Festival de Flamenco de Nîmes y la Bienal de Flamenco de Holanda, además del festival Temporada Alta de Girona y Bilbao, antes de recalar en Madrid, donde se estrena el 16 de febrero y estará en cartel el 17 y el 18.

La artista malagueña, que no estrenaba trabajo desde 2014 ("Bosque ardora"), explica en una entrevista con EFE que esta es su obra "más arriesgada" -la publicidad es una fotografía de ella, con la lengua fuera, la mano en el pubis y sosteniendo un pescado-, pero que está "muy segura y contenta con lo que está haciendo".

Ha sido una pieza, describe, gestada durante dos años y creada "desde la nada, solo creyendo en la confianza en los artistas y la ilusión de trabajar con Carlos Marquerie", autor, director e iluminador de la estructura dramática.

"Al principio trabajábamos con imágenes. Carlos me veía en algo blanco, con mucha amplitud y belleza, pero contrastado con una parte más oscura. Es un díptico que recuerda a 'El jardín de las delicias' del Bosco", compara.

Sigue fiel a su forma de hacer flamenco y ha buscado de nuevo "el orden desordenado" con el resultado -se ríe, Molina- de "imágenes asquerosamente bellas", con momentos "muy de mujer".

"Nos hemos basado en ese equilibrio desordenado que es la búsqueda de la perfección, que puede ser casi aburrida. Queríamos contrastar esa perfección con la oscuridad, que te acerca muchísimo a la muerte", dice.

Han trabajado con "muchos conceptos" pero sin perder "la frescura del flamenco", que en esta pieza no se apoya en palos concretos, aunque haya, por ejemplo, una rondeña que termina siendo una soleá por bulerías.

"La construcción ha sido a través de impulsos e improvisaciones trabajadas durante dos años, con laboratorios y talleres y presentaciones de fragmentos ante el público. Son imágenes, texturas, en las que cada músico, de guitarra flamenca a eléctrica, ha aportado lo que va pidiendo la obra", precisa.

Es de todas sus obras -un total de diez desde la primera, "El eterno retorno" (2006)- "la más provocadora y arriesgada", con la que hasta ahora ha logrado "un público superfiel", tanto que en Francia ha llegado a reconocer a los mismos espectadores en un teatro de 1500 butacas.

"Pero también -dice- he tenido mi primer abucheo: un señor sentado en primera fila que aguantó hasta el final. Me pareció genial porque lo que quiero es provocar emociones, me da igual cuáles", confiesa.

Tras su paso por Madrid, irá con su espectáculo, en el que ella está en escena durante la hora y media que dura, a Valencia y al Festival de Flamenco de Jerez para emprender de nuevo su gira internacional: "Me contratan más fuera que dentro, y eso me da tristeza porque me gusta mi país", confiesa. EFE