Hoy en día hay colectivos y asociaciones de todo tipo.

En contra y a favor de casi todo, se organizan asociaciones en nombre de cualquier cosa: toros, a favor-en contra; aborto, a favor-en contra; drogas, tabaco, alcohol, comida sana, etc. No terminaríamos nunca de nombrar.

Pero nadie ha pensado hacer una asociación a favor de las personas mayores de 45 años, que después de mucho luchar, estudiar y tener una gran formación, están perdiendo sus puestos de trabajo y no son nuevamente contratados por exceso de edad, y en muchos casos, por exceso de CV o formación.

Yo propongo hacer una asociación y luego podemos hacer un desfile. El día del “orgullo adulto”; para mayores de 45 años en paro y sin muchas posibilidades de encontrar un trabajo digno que cumpla con su expectativas y les permita mantenerse dignamente.

También propongo recoger firmas para que a este grupo de exclusión esté exento de pagar la luz, el alquiler, el agua y la comida.

Si hay personas que tienen la desvergüenza de pedir que se perdone a un jugador multimillonario su deuda con el fisco y se dedican a recoger firmas y es la noticia estrella, ¿por qué no a este grupo de exclusión social? Si los ayuntamientos financian el orgullo de tener diferentes opciones sexuales, ¿por qué no a este grupo de excluidos sociales?

Los mayores de 45 años están totalmente olvidados, ya en muchas ofertas de trabajo se escribe claramente,” No presentarse mayores de 30 años” y se atreven a añadir , “entre 2 y 4 años de experiencia” pero vamos a ver, con 30 años solo han realizado trabajos en prácticas, ¿cómo van a tener experiencia laboral de 4 años? ¿Qué son esas ofertas de trabajo en las que no admiten mayores de 30 años que serian los que realmente tienen la experiencia laboral?

Antes la experiencia y la edad eran un grado, ahora son una carga.

Yo recibo por email una cadena de favores y me entristece leer el número tan elevado que hay de personas mayores de 45 años que han trabajado durante muchos años en empresas, que por diferentes motivos han prescindido de ellas y se ofrecen para trabajar de lo que sea, pues saben que no pueden exigir colocarse en su profesión.

Hoy en día tener una profesión no es sinónimo de trabajar de eso, acudes a muchos lugares y ves que las personas que allí trabajan no son precisamente profesionales.

Y no intentes quejarte de su falta de profesionalidad, que rápidamente te dicen: “soy humana y por eso me equivoco” como si al quejarte tú no fueras humano. Siempre tengo la tentación de contestar: “yo no, yo soy robot”.

Espero que alguien piense qué podemos hacer con este grupo de exclusión social –al cual pertenezco por edad– que estando en un momento de su vida en el que tiene mucho que ofrecer, se está convirtiendo en la gran lacra de nuestro tiempo.