Rocío López
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13/02/17

Decálogo verbal para prevenir la violencia de género en la escuela

Las profesoras Rocío López-García-Torres (Universidad CEU Cardenal Herrera) y Elia Saneleuterio (Universidad de Valencia) proponen las siguientes pautas de actuación  por las que todo docente debería velar si quiere sumarse al cambio de modelo educativo que crea en la seguridad, igualdad y respeto personal.

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Decálogo verbal para prevenir la violencia de género en la escuela

DECALOGO VERBAL PARA PREVENIR LA VIOLENCIA DE GENERO EN LA ESCUELA

1) Conoce a tus alumnos y vela por sus derechos verbales 

Para el conocimiento hay que mostrar interés por la vida privada de los estudiantes, por sus intereses y sistema de valores. Es fundamental estar abiertos al diálogo, prever tiempo para desarrollar una relación que, dentro de los límites que corresponden a la relación con el alumnado, nos permita detectar cuándo alguien no está a gusto por algún motivo, así como percibir señales de que algo no funciona como siempre.

2) Sé vigía del lenguaje  

Normalmente hay insultos leves a los que no se suele dar importancia. Sin embargo, algo que nos han enseñado las escuelas antiacoso con programas como Kiva es que no se puede dejar pasar ni un “tonto”. Puede que parezca exagerado, pero si somos capaces de acostumbrarnos a lenguajes relajados, e incluso si nuestros oídos llegan a asimilar como parte de la cotidianidad ciertas palabras malsonantes, debemos pensar que también lo contrario es perfectamente posible. Este mismo celo debe aplicarse al uso machista del lenguaje: un profesorado concienciado transmite esta consciencia en su labor educativa.

3) Da retroalimentación tras un conflicto 

Si los niños pueden ser muy crueles con otros niños, promoviendo la insolidaridad y la exclusión, la labor docente debe compensarlo conceptual y actitudinalmente poniendo de relieve que se trata de conductas detestables, que no tienen justificación alguna, haciendo hincapié mediante ejemplos reales en las consecuencias que estas dinámicas conllevan para el agresor y la víctima.      

4) Fomenta el diálogo 

No debemos olvidar insistir en la importancia del diálogo: todo signo percibido, en primera persona o como testigo, debe ser susceptible de convertirse en materia de conversación con otras personas que nos ayuden a definirlo y atajarlo. Estas personas pueden ser familiares, amigos o incluso el personal del centro educativo. Asimismo, el diálogo entre las propias personas que protagonizan el altercado, es decir, entre los agresores y  las víctimas, bien enfocado también funciona como bálsamo para ambos y como prevención o suavizamiento de futuros episodios.

5) Prima la comunicación inmediata                

Esperar a que el problema se complique es un error que puede tener consecuencias lamentables. Es necesario, cuanto antes, que se informe a la dirección del centro. No nos compete a nosotros juzgar la gravedad de un asunto: hemos de dar constancia del mismo, para no ser cómplices de los agresores con nuestro silencio. En este sentido, no demores el intercambio de impresiones con las familias. Es necesario hablar, desde los primeros signos, con los padres, madres o personas que ejerzan la tutoría legal de los menores implicados en un altercado.           

6) Aprovecha la sensibilización mediante la literatura o el arte    

La escenificación del amor tóxico ayuda en el proceso de identificación y rechazo, desde los primeros síntomas, del problema. Precisamente la condición de espectador, y sobre todo el planteamiento didáctico desde las aulas o el cine fórum, posibilitan la distancia crítica que se requiere para una asimilación de sus peligros e implicaciones. Películas que se usan frecuentemente para tratar estos temas son el cortometraje, en forma de falso documental, Amores que matan (2000) o la galardonada Te doy mis ojos (2003), ambas de Icíar Bollaín. Otras asimismo útiles, podrían ser Solas (1999), de Benito Zambrano; En la puta vida (2001), de Beatriz Flores Silva; Sólo mía (2001), de Javier Balaguer; Princesas (2005), de Fernando León de Aranoa. También se han intentado experiencias didácticas que parten de la literatura, con novelas como Algún amor que no mate (1996), de Dulce Chacón, La mujer del héroe (2005), de Consuelo Alcalá, e incluso el poemario de Ana Romaní Love me tender. 24 pezas mínimas para una caixa de música (2005), entre muchos otros que se pueden citar.

7) Descubre nuevas metodologías docentes

En nuestro horizonte hemos de favorecer aprendizajes significativos por medio de la observación, la crítica y la indagación, que ayuden a deconstruir falacias, falsas creencias, mitos e ideas previas erróneas o discriminatorias. Muy relacionada con la educación lingüística y literaria, la metodología denominada “tertulias literarias dialógicas” establece objetivos formativos que aúnan objetivos de formación estrictamente literaria con horizontes de animación a la lectura y promoción de espíritu crítico, todo ello mediante la lectura compartida y el debate moderado entre los propios estudiantes, lectores e interpretadores de las obras propuestas.            

8) Lleva un registro detallado 

Los casos de violencia o maltrato verbal deben quedar archivados, para su seguimiento e incluso para su estudio en aras de acciones preventivas. Este puede ser un granito de arena hacia un registro común estatal que centralice los casos y que permita observar pautas de comportamiento y predecir riesgos.               

9) Colabora en la redacción y cumplimiento del proyecto educativo y plan de igualdad

La coeducación se plantea desde una doble perspectiva: debe asegurar una práctica educativa que no sea discriminatoria para con el género femenino y, además, debe hacer visibles y extender a toda la población escolar aquellos valores propios de la cultura femenina que tradicionalmente han sido objeto de una discriminación en el currículum y en la vida cotidiana de las escuelas. Estos son los dos puntos básicos sobre los que ha de pivotar un adecuado proyecto educativo.               

10) Revisa el lenguaje y perspectivas de los contenidos curriculares que impartes  

Los libros de texto, folletos, obras literarias, objetos digitales y demás materiales curriculares de tus asignaturas deben ser objeto de tu análisis, con especial atención a la detección de la presencia de posibles prejuicios o estereotipos sexistas y al uso de un lenguaje inclusivo. En los contenidos de las diversas materias, puedes compensar la ausencia secular de las mujeres, recuperando sus obras, su presencia y sus logros. Asimismo, en áreas y materias nuevas podemos introducir la educación emocional y los valores de corresponsabilidad, autonomía personal, respeto activo a las diferencias como positivas y deseables, y rechazo de la violencia como solución a los conflictos, creando actitudes cooperativas, respetuosas y solidarias.  Por último, se recomienda incluir en el currículo escolar una “educación para la igualdad” que, además, se plasme de forma transversal en todas las áreas y en el proyecto educativo. 

Rocío López-García-Torres y Elia Saneleuterio (2016).  "El valor de la palabra en la prevención de la violencia de género en contextos educativos". Cuestiones de género: de la igualdad y la diferencia, 11, pp. 105-128. doi: http://dx.doi.org/10.18002/cg.v0i11.3639