Crítica de cine: Déjame Salir

Déjame Salir es una película en la cual las situaciones más tensas, esas en las que te agarras al sillón con fuerza, son además las más graciosas. Y así, manteniendo firme el nerviosismo y la incomodidad, el joven director Jordan Peele consigue hacernos reír mientras nos estamos preguntando qué está pasando.

Película Déjame salir (Get Out)
Crítica de cine: Déjame Salir

El viernes pasado se estrenó en España la fantástica película Déjame Salir (Get Out; título oficial). Reparto principal desconocido, director debutante y una premisa de lo más sencilla: un joven que va a conocer a los padres de su novia, que les han invitado a pasar el fin de semana en su aislada y magnífica propiedad. Hasta aquí todo suena a comedia romántica de segunda. Y sin embargo, estamos hablando de una de las mejores películas en lo que llevamos de año.

La diferencia está en los matices. El primero, el hecho de que detrás de la cámara haya un director novel. Jordan Peele, conocido por su serie de comedia “Key and Peele”, se ha atrevido a revolucionar tanto el género cómico como el de terror. Sí, es una película de miedo. Y es que, ante el bombardeo constante de películas mediocres en ambos géneros, Peele da un salto de gigante en ambos; retorciéndolos, aunándolos y mejorándolos. Y es que sólo un director novel, con toda su carrera por delante en una industria de lo más feroz, se atrevería a realizar semejante locura.

Déjame Salir es una película en la cual las situaciones más tensas, esas en las que te agarras al sillón con fuerza, son además las más graciosas. Y así, manteniendo firme el nerviosismo y la incomodidad, consigue Peele hacernos reír, y mucho, mientras nos estamos preguntando qué está pasando.

La película empieza con un joven negro que va caminando por la calle, hablando por teléfono y comentando cómo siempre se acaba perdiendo, cuando, esas calles, que parecían tan seguras, dejan de serlo. De ahí cortamos a Chris (Daniel Kaluuya) y su novia Rose (Allison Williams). Están en casa de Chris, acabando él de hacer las maletas mientras ella juega con su perro y le va preguntando si le falta algo. Un comienzo que, excluyendo la escena inicial, podría parecer de lo más predecible. Hasta que Chris le pregunta a Rose: “¿Saben que soy negro?”. Ahí empieza a nacer en nosotros cierta incomodidad, comenzamos a hilar, inconscientemente, la primera escena con lo que acaba de preguntar Chris. Por alguna extraña razón, –y gracias a la magia en la dirección de Peele– ya no estamos cómodos, cuando no tendría porqué ser así. Al fin y al cabo, durante la película encontramos múltiples escenas cómicas.

Desde que llegan –incluso desde antes de llegar– a casa de los padres de Rose, las situaciones de tipo thriller empiezan a apreciarse notablemente.

Los padres de Rose; Dean (Bradley Whitford) y Missy (Catherine Keener) son de lo más amables, tan amables que resulta incómodo; como si estuvieran forzándolo. Además, se añade la extrañísima presencia de un jardinero y una asistenta negros que, por una parte son raros en sí, y por la otra, son más raros porque son negros sin un sólo rasgo de carácter típico de estos.

No desvelaré más, de hacerlo, arruinaría bastantes puntos clave de la película. Sí añadiré que la propuesta del director de dar una vuelta de tuerca a la ya incómoda situación de un joven negro que va a conocer a los padres de su novia blanca me resulta fascinante.

Ser capaz, de forma precisa y original, no ya de tratar el tema del racismo, sino de tratar el universal tema de la incomodidad y nerviosismo que sentimos ante situaciones en las que nos encontramos como partícipes ajenos de, ya sea porque no se nos quiere ahí realmente, o quizás porque se nos quiere demasiado.

Concluir remarcando el espléndido trabajo que hay detrás de esta película. Tanto el ya mencionado Peele, como los actores. Kaluuya y Williams bordan sus papeles, más teniendo en cuenta que ambos son principiantes en el mundo cinematográfico. Whitford y Keener, ambos veteranos en este mundo y que ya nos tienen acostumbrados a interpretaciones potentes y estupendas, hacen, una vez más, un trabajo enorme. Para culminar, las otras dos parejas de actores secundarios; el siniestro hermano de Rose (Caleb Landry Jones) y el excéntrico y gracioso amigo de Chris; (LilRel Howery) y el jardinero (Marcus Henderson) y la asistenta (Betty Gabriel).

Con total seguridad, a Jordan Peele y a los jóvenes actores protagonistas les esperan futuros dorados en el difícil e inconsistente reino de Hollywood. Por nuestra parte, en cambio, nos queda esperar pacientemente a que a Peele se le ocurra otra película de las que “no se han visto jamás”.